Te imagino entre Hernández y Neruda.
Aquella vieja cinta en la cadena,
un coletero apresa tu melena
al tiempo que una estrofa te desnuda.
Te imagino. Una lágrima se muda
dibujando tu rostro y una pena
que, sin motivo alguno, te condena
a ver todo con el alma desnuda.
No puedes evitar sentir así.
Con los sentimientos entre los brazos
y con el interior de poesía.
Te imagino, te siento desde aquí.
Desde una ilusión que a secos hachazos
dice qué jamás, Jamás serás mía!
jueves, 26 de mayo de 2011
jueves, 12 de mayo de 2011
Nuestro amor, sin morirse pero en coma
Nuestro amor, sin morirse pero en coma,
habita en tu mirada indiferente.
Hace tiempo resuelta e inherente
al látigo que me atiza y me doma.
¿Qué ha ocurrido? Ya siquiera asoma
en tu abrazo la ternura caliente
(Suave caricia, dulce delincuente)
que dejaba como rastro tu aroma.
Si conociese la causa o la cura,
el germen que provocó el desencuentro,
la lucha entre el grito y la compostura...
Dejaría de zurcir mis adentros
con tirabuzones de conjeturas,
con puñaladas de viejos momentos.
habita en tu mirada indiferente.
Hace tiempo resuelta e inherente
al látigo que me atiza y me doma.
¿Qué ha ocurrido? Ya siquiera asoma
en tu abrazo la ternura caliente
(Suave caricia, dulce delincuente)
que dejaba como rastro tu aroma.
Si conociese la causa o la cura,
el germen que provocó el desencuentro,
la lucha entre el grito y la compostura...
Dejaría de zurcir mis adentros
con tirabuzones de conjeturas,
con puñaladas de viejos momentos.
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